He leído el petitorio de los Alumnos y las declaraciones de Rectoría; escuche el discurso de la Prescindencia Bachelet; vi el trailer de Newen Mapuche, el documental de Elena Varela; asistí a una pésima obra que hacia mierda el Fondart...y estoy con una pena atroz...en este, que era mi país, nadie se escucha, todos desconfiamos de todos, todos quieren poder sobre el otro y no se ponen en lugar del otro.
Todo movimiento social que se quiere revolucionario, se ciñe al patrón arquetípico de la Revolución Francesa. Ante un sistema injusto y arbitrario (la desigual representación porcentual de los estamentos sociales) la mayoría deja el silencio y se manifiesta, se desliga del orden establecido para repensar el conflicto; a los primeros manifiestos de los moderados, se imponen los radicales, rompiendo el posible apoyo de las estructuras de cambio…se radicaliza el conflicto y se llega a un punto en que la “Revolución se Congela”, (como lo dijo Saint Just, el Ángel del Terror )..., entonces, "a rio revuelto, ganancias de pescadores"… el oportunismo sacara ganancia de la perdida que implica un movimiento acéfalo, y la lógica del “dividir para vencer” impondrá una dictadura teñida de democracia.
Wilde, definió la democracia como “el ahorcamiento del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, nuestra democracia, mal llamada de los acuerdos, no pasa de ser un ejercicio estéril en donde dejamos las decisiones del país en manos del interés mercantil de unos cuantos…Democracia teñida de Hipocresía.
Soy republicano, creo en la idea de república, creo en la utopía de la república platónica, creo en el gobierno de los mejores…pienso que alguna vez Chile fue una REPUBLICA, recuerdo que aprendí a caminar en los Jardines del Congreso Nacional, que aprendí a pensar en el Instituto Nacional; que comencé a crear en el Universidad de Chile…y ahora que con el tiempo he logrado construir un discurso en base a mi biografía, ya no conozco este país que me encierra y no me contiene, desconozco los lugares, estoy en el lugar de exilio interno… y añoro mi país, ese país que se soñó en el Salón de Plenarios del Congreso, ese lugar que ya nadie conoce, en ese edificio construido como símbolo del Centenario de la República, como lo fue la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes…arquitectura republicana, y no monumentos a las transnacionales como los del Bicentenario.