He estado varias veces a punto de bajar el comentario que escribí a principios de diciembre sobre el Arcis, pues es políticamente incorrecto (como es mi costumbre) y porque me han dicho que he mezclado peras con manzanas. Ambas aseveraciones son ciertas. Pero lo que pretendí con esa nota, era instalar una reflexión entorno al estado actual del quehacer teatral y advertir sobre las consecuencias que traen algunas acciones o decisiones que se tomen.
No se puede hacer un “ejercicio” sin prever el como afectara físicamente al lugar en que se desarrollara (Uno es el Espacio y el Espacio es Conciencia). No se puede pretender hacer una obra sin tener una sala y fecha de estreno definido. No se puede hacer una escenografia que no quepa por la puerta de entrada de la sala. No se puede hacer una obra con un mal elenco por no perder la fecha en la sala que se tiene. No se puede trabajar con actores adictos (alcohol y drogas). No se puede hacer un elenco con lo que boto la ola. No se puede desconocer el Derecho de Autor. No se puede hacer una obra con $100.000. No se puede hacer una obra sin tener Producción (sin producción no hay dirección). No se puede deslegitimar la trayectoria de un teatrista, sea cual sea su área de trabajo, ni desoír los consejos de la experiencia. No se puede decir que alguien es Actor, si este no tiene la capacidad aprender y retener un texto. No se puede ser actor y no ser capaz de aceptar críticas o comentarios sobre la performance expuesta. No se puede ser Director si no se tiene claro lo que se quiere decir y como se va a decir en el escenario. No se puede ser Director sin ejercer la Autoridad y Responsabilidad que este cargo conlleva....etc., etc., etc. No se puede hacer tantas cosas que finalmente se hacen y generan consecuencias negativas (de hecho, yo he cometido varias de estas estupideces, como llamar a trabajar a un actor con problemas de adicción. Creo que habría sido mejor trabajar con un actor menos talentoso pero responsable de sus actos).
Parece que ya estoy viejo y me cuesta ser flexible ante el error ajeno y me aferro de manera fatal a mi necesidad de perfección, lo que me da un balance más negativo que positivo, y no sé, si pueda modificarme. Es por esto, que decidí dejar mi oficio de Diseñador Teatral, para concentrarme en mis propios proyectos y mis clases. Soy de los que hacen que las cosas sucedan y es por esto que creo que la improvisación debe ser acto meditado al interior de una estructura invariable. (¿Será eso clasicismo? ¿Será eso racionalismo? ¿Será eso fascismo? ¿Será esto solo parte de mi infinita estupidez?...)
Menos es más,..., siempre.
....Bueno para ser justo con el 2007, tengo que reconocer que tuvo cosas muy buenas como el ganar el Fondart nuevamente, el hacer clases en la Chile y la Finis, el volver a recibir invitaciones de la oficialidad teatral ( jajajaja!) y saber que aun no pierdo la mano como productor, pues pare solito una obra en M100.
RM.